miércoles, 9 de febrero de 2011

Diario de Aya - Parte VII [1/1] : "NO QUIERO SER VENCIDA"

Una caída en el baño

Mi madre ha traído pasteles pero no tenía ganas de comer. He estado tumbada casi todo el día. Pensando que eso no estaba bien, he intentado incorporarme varias veces en mi futón. Solo lo he conseguido una vez. Las vacaciones de verano empiezan mañana. Mi madre les ha dicho a mis hermanos que piensen lo que van a hacer para que no se vayan todos al mismo tiempo. Eso ha sido tranquilizador. Siento ser una carga. Me esforzaré en mejorar, así que, por favor, perdonadme.
Cuando voy al baño, o mi madre o Ako vienen conmigo. Me ayudan a bajarme la ropa interior y a sentarme en la taza. Después esperan fuera. Un día, me balanceé hacia un lado y me caí. No sé cómo, pero mi dedo sangraba. Perdí el conocimiento. Lo siguiente que supe es que estaba en la cama. Podía ver las caras borrosas de mi madre y de mis hermanos. Después volví a quedarme dormida. Podía oír vagamente la voz de mi madre en la distancia diciendo: “te has caído porque has tenido una bajada de tensión. No te preocupes y duerme bien”.

Han instalado un baño de hierro estable que pesa más de siete kilos. Mi familia lo eligió en una tienda de equipamiento especial para discapacitados de Nagoya.
Al mismo tiempo, compraron una estera de cuentas para mí (para evitar que me haga heridas) y una sábana para evitar que el colchón se ensucie. También un pequeño escritorio con las patas cortas (con herramientas para escribir, cuadernos y papel de carta) está ahora a mi alcance. Encima hay una campana que suena alto cuando la tocas.
Paso la mayor parte del día durmiendo. Tengo miedo de atragantarme con la comida porque no puedo tragar muy bien, así que solo puedo comer una pequeña cantidad tres veces al día. Soy tan lenta comiendo que la comida está lista solo una hora después del desayuno. Mi día se va comiendo, durmiendo y en el baño. Es más, alguien tiene que ayudarme a hacer todo eso…
Creo que finalmente mi vida ha llegado al punto en el que falta un paso para que no pueda estar más en casa.
He decidido dejar de pensar siempre en mi enfermedad.


Buscando un hospital

Hoy he ido con mi madre al Hospital Universitario de Nagoya. He ido tumbada en el asiento del copiloto. Me he quedado dormida hasta que hemos llegado. “Les presionaré para que te dejen quedarte aquí”, ha dicho mi madre, “así que no te preocupes. Sé que el calor no te está sentando bien. Ten paciencia hasta que bajen un poco las temperaturas. Aya, todavía tienes mucha fuerza dentro de ti. Estoy segura de que te pondrás mejor.”
Pero yo he sentido que esta vez puede que no: no tengo ni la energía ni la motivación. Ni siquiera tengo fuerzas para pensar, así que no podría presentar pelea. No quiero que la enfermedad pueda conmigo, pero mi mala salud es demasiado fuerte.
Mientras estaba tumbada en la sala de espera, mi madre estaba negociando con una enfermera, intentando que yo no oyera nada: “Esta vez no podemos esperar tanto en la sala. Está muy débil. Por favor, trátenla como una paciente de urgencias y examínenla rápido. Si los otros pacientes no lo entienden, yo estaré encantada de explicarles lo que ocurre uno por uno y conseguir su aprobación”.
La enfermera ha desaparecido en la zona de consultas diciendo: “Le preguntaré a la Doctora Yamamoto”. Momentos después, la doctora ha aparecido. Me ha cogido de la mano y me ha dicho: “Cuánto tiempo sin verte, Aya-chan. Te he estado esperando”.
¡Oh! Esto hará que siga adelante…
Sería una pena morir ahora…
Si pudiera escribir de nuevo, no tendría nada que lamentar…
Salvada por la Doctora Yamamoto una vez más…
Las lágrimas han inundado mis ojos. Mi madre también estaba llorando.
Después de la consulta, la Doctora Yamamoto ha dicho que nos recomendará en el Hospital Akita de Chiryu adonde va dos veces al mes a hacer consultas.
Me he sentido aliviada cuando ha dicho: “Aya-chan, creo que deberías ingresar en el hospital en cuanto esté todo preparado. Por favor, espera un poco.
Quiero que estés donde pueda verte”.
Mi labio superior se torció cuando me caí y ahora no se junta con el inferior.
Le he dado a la doctora una nota que escribí en casa: “Me resulta difícil tragar, así que por favor, necesito algo para aliviar la presión de mi garganta”.
Después de la consulta, mi madre me ha traído a casa. He vibrado en el coche durante dos horas. “Tienes que tener más energía”, ha dicho mi madre. “Dínos cualquier cosa – cualquier cosa que te apetezca comer o que puedas comer.
¿Quieres algo ahora?”. “Sí, me gustaría que me hicieras una tarta”, he contestado. “Vaya”, ha respondido, “Ako es mejor que yo haciendo pasteles.
Ako, ¡Aya quiere que le hagas un pastel!”. “Entonces te lo haré por la mañana”, ha dicho Ako sonriendo.
Estaba tan cansada que me fui a la cama inmediatamente. Mi madre se fue a visitar el hospital de Akita. Antes de irse, me dijo que comprobaría qué tipo de hospital es y que hablaría con los médicos. También le ha dicho a mi hermana que me preguntara qué iba a necesitar y que lo pusiera en una caja.

Admisión en el hospital y una cuidadora

Al final he ingresado en el Hospital Akita. Estaba nerviosa porque no me resultaba familiar. Una señora mayor pequeña vino a cuidar de mí. “Soy Aya”, le dije en voz baja. “Encantada de conocerla”. Mi madre le explicó en detalle cuál es mi condición y lo que no puedo hacer. Pero es muy difícil que lo entienda del todo. Mis problemas al hablar continúan así que le he pedido a mi madre que me compre una pizarra. Probablemente esté diciendo palabras que los demás no entiendan. Los movimientos de mi lengua también son malos, así que la comida se sale. Mi forma de comer es sucia. Es un panorama patético.
“¿Para qué estoy viviendo?”.
Desde el diario de Aya me siento miserable por ser incapaz de comunicarme bien. Soy yo la que debería adoptar la actitud más sensible. Pero no me siento con confianza… Mamá, ¿para qué estoy viviendo? Me siento mareada. Tengo la cara llena de lágrimas. Pero cierro los ojos y sigo aquí. Hay un nido de perdices en la rama del árbol. Un pollito está creciendo. Me siento feliz por eso.
Mi pequeña señora mayor me ha ayudado a montarme en la silla de ruedas y me ha llevado al Edificio 1. ¿Y después qué? He usado el baño de estilo occidental. En la rehabilitación, tiendo a cerrar los ojos cuando estoy de pie con la barra. No puedo abrirlos fácilmente. Sé que no debería estar asustada, pero mi cuerpo se tensa porque creo que me voy a caer.
Debería aprender todo lo que puedo hacer ahora y ponerlo en práctica. Así no sufriré tanto por las noches que apenas puedo dormir… No puedo expresar bien mis deseos, así que a veces no llego al baño a tiempo. Mi madre me sugirió que usara un orinal durante la noche. Sobre todo porque mi cuidadora se cansa si se despierta por las noches. Empecé a llorar, diciendo: “No me gusta la idea porque yo sé cuando quiero orinar. Intentaré decírtelo, así que por favor no lo hagas”. “De acuerdo, de acuerdo”, me dijo la señora mayor pequeña amablemente. “No llores. No tienes por qué tener uno”. Eso me hizo llorar
aun más.
Por la mañana, me he encontrado con el director del hospital en el pasillo.
“Buenos días, Aya-chan. ¿Cómo te encuentras? He sonreído y he intentado decir o-ha-you (buenos días) con pucheros. Cuando lo he conseguido, ya estaba en la otra punta del pasillo. Debe de estar muy ocupado.
Mi cara triste está echando raíces – eso no es bueno. Por las noches, mis brazos y mis piernas se ponen tensos. La pequeña señora mayor se levanta y me da masajes.
Como no puedo expresarme fácilmente, pierdo los nervios y me pongo a llorar.
Soy la única culpable de no poder comunicarme bien. No tengo ningún motivo para enfadarme con la pequeña señora mayor. Lo siento.
Hoy hace buen día. Quiero levantarme. Quiero hablar. Mi pequeña señora mayor me alaba: “tu escritura ha mejorado un poco. También comes un poco más rápido y no se te cae la comida”. Siento que merece la pena vivir si mejoro un poco y eso me relaja. Debo vivir considerando cómo se sienten los demás.
Le prometí a la Doctora Yamamoto que intentaría llevar la silla de ruedas la próxima vez que nos viéramos.
He visto el cielo azul. Hacía mucho tiempo. Era tan transparente que he sentido que podría absorberme.
Mi pronunciación de las columnas “na” y “da” no es muy clara. También me resulta difícil pronunciar las columnas “ka”, “sa”, “ta” y “ha”. ¿Cuántas palabras quedan que pueda decir? Tengo que superar esto de un modo u otro. ¡Tienes que levantar el ánimo o la enfermedad podrá contigo!
Mi pequeña señora mayor me ha comprado un okonomiyaki para comer. Nos hemos comido la mitad cada una. También he comido judías con albóndigas.
He tenido fiebre y no tenía ganas de hablar. Me sentía muy pesada. He estado tumbada en la cama todo el día. Mi pequeña señora mayor me miraba con gesto de preocupación. Mi tía Kasumi me llevó a la cafetería del hospital. Me ayudó a beber una soda con limón con una cuchara. Pensaba que nunca más iría a una cafetería, así que me he sentido muy feliz.
Las manos de mi pequeña señora mayor son ásperas y agrietadas. Parece muy doloroso. Las tiene así porque tiene que lavar mis pañales cuando por las noches tengo despistes. Lo siento.
¡Los Chunichi Dragons han ganado la liga! Por algún motivo, nos han dado pastel de judía dulce y crema de huevo para cenar. Me pregunto si el director del hospital será fan de los Chunichi.
Quería levantarme, así que lo he intentado, pero me he balanceado y casi me caigo. Me he asustado. Mi pequeña señora mayor me ha ayudado. Por la mañana, he estado a punto de atragantarme. Me he asustado otra vez. Si no tengo cuidado al comer – por muy buena que esté la comida – puede resultar fatal.
Cuando mi pequeña señora mayor me ha llevado al baño, hemos visto un jarrón lleno de hermosas flores cosmo. Nos hemos guiñado el ojo y hemos robado una. La hemos puesto en el jarrón de nuestra habitación.
“Aya-chan, dependes demasiado de tu cuidadora”, me ha reñido la Doctora Yamamoto. “Tienes que encontrar algo que puedas hacer por ti misma y hacerlo”. Estaba pensando que sería suficiente con poder permanecer fuera de la cama mucho tiempo, pero me equivoqué. A partir de hoy, haré ejercicios con las nalgas.
¡He podido caminar! He presionado a mi pequeña señora mayor para que me llevara al parque. Quería jugar con la suciedad y poner mis pies en la tierra. Le he pedido que pusiera mis pies en el suelo. ¡La tierra estaba fresca y cómoda!
Estoy entrenando desesperadamente haciendo ejercicios con mis nalgas, rodando y sosteniéndome con mis rodillas. Mi pequeña señora mayor se ha sorprendido con lo que estaba haciendo y me ha ayudado. También me ha comprado un chándal. Tengo que seguir haciéndolo…
Quiero ir a casa para Año Nuevo. ¿Podré hacerme entender? Me preocupa no poder comunicarme con la gente si no entienden lo que digo. Pero quiero ir a casa. El capullo de la flor cosmos se ha abierto.
Mi pequeña señora mayor ha llorado mientras me veía entrenar. “¡Muy bien!”, ha dicho. “¿Por qué no mira cómo lo hace Aya?”, le dijo a mi madre un día.
“Se está esforzando mucho, ¿sabe?”. Pero mi madre respondió: “Sufro mucho viéndola”. Luego me dijo: “Aya, lo has hecho muy bien. Queremos que vuelvas a casa por Año Nuevo”. Mis tripas sonaron. “Lo siento mucho”, le dije a mi pequeña señora mayor. “Ayudarte es mi obligación”, contestó. “Es inevitable”. Aun así, no supe cómo sentirme.
He comido jamón para desayunar. Llevaba mucho tiempo sin comerlo. Me ha recordado al pasado. ¿Cómo podría mostrarle mi gratitud a la pequeña señora mayor? No puedo comprarle nada porque no tengo dinero. Me gustaría poder recuperarme y cuidar yo de ella. ¡Espere hasta entonces!

Esforzándome por vivir el presente

Me da miedo pensar lo que será de mí dentro de diez años…
No tengo otra opción que vivir el presente todo lo encarecidamente que pueda.
Vivir es todo lo que puedo hacer ahora. Soy joven pero no puedo moverme…
Dilema e impaciencia. Pero soy una paciente, así que tengo que centrarme en la recuperación.
Tú, una persona, me has aconsejado que no escriba demasiado. Para darte las gracias, he juntado mis manos. Pensando en mi lecho de enferma… (En este punto la escritura de Aya se hace ilegible).
Entiendo que la menstruación – una indicación de que eres una mujer de verdad – se detiene si te pones enferma. También creo que es un signo de recuperación si la recuperas después de seis meses.
Mirando hacia arriba desde mi lecho de enferma, he visto el cielo azul; me ha dado un rayo de esperanza.

A-RI-GA-TOU

No puedo seguir con mi vida sin mi pequeña señora mayor o sin depender de alguien – para todo, incluso para darme la vuelta en la cama, para ir al baño, para vestirme, para desvestirme, para comer, para sentarme… Mi madre tiene que trabajar y cuidar de mis hermanos. No solo es una madre para mí. Mi pequeña señora mayor está viviendo para mí. Cocina fideos y pasteles de arroz (mis favoritos) para mí. Me anima para que coma más – aunque sea solo un poco – y para que me recupere cuanto antes para que pueda irme a casa. Su nuera a veces trae platos cocinados por ella y los sirve. Sus nietos vienen a hacerme fotos. Toda su familia cuida de mí. Apenas puedo hablar. Todo lo que puedo decir es “A-RI-GA-TOU” (gracias). Pero me gustaría expresarles mejor mis sentimientos usando muchas palabras más.
Cada persona tiene un miedo del que no puede hablar. Cuando recuerdo el pasado, me molesto y lloro; la realidad es demasiado cruel, demasiado dura y no me ofrece ningún sueño; imaginar el futuro no me trae otra cosa más que lágrimas.

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