miércoles, 24 de noviembre de 2010

Diario de Aya - Parte IV [1/3] : "YA NO PUEDO CANTAR"

Ya no puedo cantar

Para mi cumpleaños, mis padres me han regalado cinco cuadernos y un juego de cartas. Ako me ha regalado un reloj de arena. Hiroki, un bolígrafo de cuatro colores. Me ha dicho que no debería llorar más ahora que tengo diecisiete años. Kentaro me ha regalado un libro titulado “Shiroi hito, Kiiroi hito” (Gente blanca, gente amarilla) de Shusaku Endo.
Mis deseos al cumplir los diecisiete Quiero ir a una librería y a una tienda de discos. Es difícil hasta en silla de ruedas. No puedo mover las manos como quisiera y a menudo cometo errores cuando la manejo. Si pudiera ir a una librería, compraría “Lo que el viento se llevó” y “Anya Koro” (Una noche oscura pasa) de Naoya Shiga.
Si pudiera ir a una tienda de discos, compraría un disco de Paul Mauriat.

viernes, 12 de noviembre de 2010

Diario de Aya - Parte III [6/6] : "EL COMIENZO DE LA AGONÍA (16 AÑOS)"

Confusión emocional

En clase, le he dicho a A-sensei: “En mis sueños, si enderezo la espalda, soy capaz de caminar vivamente. Le encantaría verme haciendo eso”. “Hasta ahora”, me ha dicho, “solo has tenido que pensar en tus estudios. Pero ahora quizá te resulte difícil encargarte de limpiar y de otras obligaciones”. Después me ha dicho: “Un niño que sufría de distrofia muscular progresiva escribió este poema:
“Dios me obsequió con una minusvalía porque él creía que yo tenía la fuerza para soportarlo”
Se parece a las palabras de Hitler”.

martes, 9 de noviembre de 2010

Diario de Aya - Parte III [5/6] : "EL COMIENZO DE LA AGONÍA (16 AÑOS)"

De compras

Mi madre estaba haciendo llamadas a diferentes lugares cuando, de repente, ha gritado desde abajo: “Vamos a llevar a Aya a Yuni*. Dicen que tienen una silla de ruedas así que Aya puede venir”. Fue durante las vacaciones de primavera así que estábamos todos en casa. Después de esperar una eternidad a que yo
estuviera lista, me metieron en el coche y nos fuimos. En quince minutos estábamos en Yuni. Con mi bolso favorito colgado del cuello, eché un vistazo a la sección de ropa con mi hermana empujando la silla por detrás.
Todo me parecía interesante.
Había una falda muy bonita que yo quería comprar. Como siempre me estoy cayendo, llevar falda es malo para mis rodillas, por eso siempre llevo pantalones. Ponerme una falda era un sueño para mí. Reuní un poco de valor y señalé la falda.
Mi madre dijo: “Estaría bien que tuvieras una. Además, pronto hará buen tiempo”, y me compró la falda. Me sentí feliz. Si pudiera ponerme una blusa de encaje estampada de flores y la falda y poder caminar, me pregunto si los demás me dirían que soy mona. Aunque solo fuera una vez… me gustaría que me lo dijeran.
También compramos ropa interior, calcetines y toallas para mi nueva vida en el internado.