domingo, 15 de enero de 2012

Kesenai ~Capítulo 3~

Pairing: Takahisa Masuda x Tegoshi Yuya; Ikuta Toma x Tegoshi Yuya
Capítulo 03/--:  Verdad vs Mentira
Resumen:

Cuando las mentiras se convierten en verdad, y las verdades en mentiras.
¿Cómo darse cuenta si ese amor, es verdadero o falso?



Capítulo 03:Verdad vs Mentira

Octubre de 2011
Un tráfico bastante normal en aquella hora del día, impedía que su coche pudiese seguir avanzando los escasos metros que los separaban de su departamento. El rubio bufó mirando una y otra vez su reloj, observando cómo los minutos avanzaban  y ellos aún, sin poder moverse.
—Cálmate… No estamos lejos, además, ¿qué tienes que hacer tan rápido que no puedes esperar un poco más? —miró a su acompañante, manteniendo las manos sobre el volante.
—Nada, me impacienta esperar tanto. —le respondió, aunque lamentablemente era una mentira. Yuya necesitaba llegar con urgencia a su departamento, conectarse y entrar a la nueva cuenta de correo que había creado, con la cual se mantenía en contacto con Ryo y Yamashita, aunque por otro lado, tenía las esperanzas de recibir en algún momento, aunque sea un te amo, de parte de la persona que más amaba.  — ¿Me vas a decir que vos no? ¡Saliste del ensayo con ganas de comerte a medio mundo! —rió, con tan solo recordar las facciones de su rostro hambriento, como siempre después de los ensayos. Apoyó su brazo sobre la puerta del coche, observando la cantidad de autos que permanecían con la misma impaciencia que ellos. Se perdió en su mente, pensando en varias cosas a la vez, en los ensayos, en corregir algunas canciones, en Toma, en el plan… Suspiró, sintiendo un gran desahogo de su cuerpo.
—Quiero mimos —sonrió.
—¿Eh? —lo miró, volviendo en sí mismo.
—Miiiiiiiiiiiiimoooooos —frunció sus labios y cerró sus ojos, esperando respuesta de su acompañante.
—Massu, tonto…—sentenció entre risas, desabrochándose el cinturón para acercar su cuerpo al suyo y así, darle un corto beso sobre sus labios.
—Eso no es un mimo —se quejó, haciendo pucheros.
—Los verdaderos mimos son a la noche —rió, rodeando su cuello con sus brazos, sintiendo su respiración golpear contra la del pelirrojo. — ¿O te olvidaste qué día es hoy?
Los ojos del conductor, se abrieron grandes como así también fue la sonrisa que se formó en su rostro.
—Hoy en viernes…
—Así es —le sonrió, besándolo pasionalmente. —Vivimos juntos y ya te olvidas de la rutina —bufó, sin soltarse de su agarre.
—Perdón, aunque estaría bueno romper algún día la rutina —le guiñó un ojo, entre risas.
—Sabes que no se puede, sos un animal haciéndolo —rió risueño. —Me dejas de cama al día siguiente, por eso decidimos hacerlo los viernes, ya que el sábado puedo dormir como el angelito que soy.
—Sos un diablo —acotó. —Y deja de poner esas caras tan provocativas porque no me importa que no sea la hora aún, vas a lograr que te haga el amor acá mismo.
— ¡Oh mira! —le dio un corto beso sobre sus labios y regresó a su asiento, abrochándose nuevamente su cinturón. —Podes seguir conduciendo —sonrió al ver cómo comenzaba a descongestionarse aquella calle tan transitada por los vehículos.

— ¿Café?
—No, gracias acabo de tomar un energizante antes de venir para acá, llego a tomar una gota de café y no sé qué podría pasar. —rió, observando los mails de su casilla de correo.
—Deberías descansar, demasiadas giras estás haciendo.
—El trabajo es así —suspiró. —Cuando tienes que mantener a tu única familia, es lo menos que se puede hacer —reconoció con una sonrisa en su rostro mientras leía uno de los mensajes provenientes de parte de su amigo desaparecido.
—Lo sé, y es una de las cosas por las que siempre te he admirado. —se sentó a su lado, en una pequeña silla, husmeando la pantalla de su computadora. — ¿Qué dice, Pi? —su postura no dejaba ver por completo el mensaje.
—Que se va a mandar tremenda metida de pata, eso dice…
— ¿Eh? —lo miró sin entender, manteniendo en su mano la taza de café.
—Que no va aguantar hasta que se acabe todo esto, necesita hacer algo aunque ese algo dure una milésima de segundo.
—Es un tarado, ya sé que piensa hacer —suspiró, mirando a su compañero.
— ¿Qué va a hacer? —preguntó sin entender.
—El nombre Yuya Tegoshi, ¿te suena?
—No me digas que…
—De alguna forma se las va a ingeniar, es un tarado enamorado, no hay qué hacerle. —apoyó la taza sobre la mesa, entrelazando sus manos como si fuese a rezar. —Lo único que pido es que no meta la pata muy al fondo, no quiero que todo esto sea en vano.
—Es inteligente…
—Un tarado enamorado inteligente —rió.
—Con un novio egocéntrico, orgulloso e impaciente —agregó el ex líder, sumándose a la risa del hombre de Osaka.

Su respiración era irregular, sus uñas se clavaron sobre el cuerpo de la persona que estaba encima suyo. Gimiendo a más no poder, sintió una corriente electrizante recorrer toda su espina dorsal. En aquella pequeña habitación sobraban las palabras, sólo era permitido cualquier acto de amor por cualquiera de las dos partes. Gimió ronco por última vez, llegando al clímax, manchando su vientre y el de su pareja como así también su mano.
—Ngh… e-estoy cansado…. —contestó como pudo, tratando de normalizar su respiración.
—Te amo, Tegoshi… —murmuró cerca de sus labios, tras haber acabado en su interior segundos antes, casi al mismo tiempo que su pareja. — ¿Puedo besarte?
—Idiota… —fue él quien acercando su cabeza mientras lo tomaba de la nuca, lo besó con la misma pasión con la que ese pequeño acto había concluido. —No me dejes…
—Nunca… —respondió saliendo de su interior.
—Ah…. Siento como sale todo de adentro mío. —se quejó con las mejillas teñidas de color rojo, sintiendo cómo su cuerpo comenzaba a ser invadido por el deseo de dormir profundamente.
—Voy a bañarme, ¿venís? —sonrió al ver al menor completamente dormido, inmóvil sobre la cama. Siempre había tenido un sueño fácil de alcanzar, y más si antes había tenido una sesión de sexo bastante pasional. Se acercó y besó sus labios, deseándole buenas noches. Entró a la ducha, Tegoshi entreabrió uno de sus ojos tras oír el ruido del agua caer. Se levantó buscando sus bóxers y pantalón para vestirse solamente la parte inferior de su cuerpo. Suspiró caminando hacia la cocina, contando mentalmente cuánto más le faltaría fingir aquel amor inexistente para con Massu, y cuánto tiempo más tardaría en ducharse… Habían pasado tan solo cinco minutos de los cuarenta que generalmente tardaba en bañarse.
Abrió la heladera, sacando una botella con agua bien fría, para luego verterla sobre uno de los vasos de vidrio que se encontraban guardados en la alacena. Escuchó un suave golpe sobre la puerta. Por un instante pensó que era la ventisca de la noche, debido a la tormenta que se estaba avecinando. Volvió a oír el golpe sobre la puerta, corroborando que no era ningún fenómeno natural.
— ¡Pizza! —gritó una persona desde afuera, con voz grave.
Extrañado, se acercó y abrió lentamente la puerta.
Un joven casi de su misma edad, mantenía entre sus manos una caja cuadrada de cartón, la cual a simple viste contenía una pizza en su interior. Yuya lo miró pero no pudo ver sus facciones, su cabeza permanecía mirando hacia el suelo y una gorra blanca sobre su cabeza impidió el contacto visual con sus ojos.
—Acá no encargamos ninguna pizza —le dijo, seriamente.
—El Señor Takahisa Masuda, encargó una.
— ¿Ah? ¿Massu? Pero si acaba de com-… En fin, de seguro fue él —suspiró, sacando la billetera que guardaba como siempre, en el bolsillo trasero de su pantalón. — ¿Cuánto es?
—Regalo de la casa, por ser el envío número cien del día.
— ¿Esas cosas existen?
Con un leve movimiento de cabeza, el muchacho asintió de manera afirmativa a su pregunta y con pasos apresurados se retiró de dicho lugar.
—Qué chico más vergonzoso, de seguro recién comenzó a trabajar —se dijo así mismo, cerrando la puerta con el pie, caminando nuevamente hasta la cocina y así sacar la pizza de esa caja de cartón para que el queso derretido, no se pegara sobre ésta.
Buscó un plato de los grandes que solía tener para así colocar la pizza. Abrió la caja, observando lo grasienta que era aquella comida.
— ¿Esto piensa comer Massu? —observó un pequeño papel pegado sobre la tapa superior de  la caja, del lado de adentro. Reconocía esa letra a más de mil kilómetros de distancia. Con desesperación la arrancó rápido, ya no le importaba la pizza sino aquel papel. Su vista comenzaba a nublarse, sus manos a temblar del nerviosismo o quizás, de la manera en que recibía lo que tanto quería.

“Una pizza para el glotón de la casa,
Y un te amo desde lo más profundo de mi corazón para mi Principito,
Gracias por dejar que te viera aunque hayan sido pocos segundos”.

Con pasos torpes, abrió nuevamente la puerta de entrada, la cual daba directamente a la calle. Miró para ambos lados sin encontrar absolutamente nada. Bajó las escaleras que unían a varios departamentos, hasta llegar a la acera. Velozmente, recorrió todo el territorio, mirando hasta en el lugar más recóndito e impensable, llegando nuevamente al frente de su casa. Cayó de rodillas, sobre el suelo comenzando a llorar. Sus lágrimas tenían un sabor amargo, de impotencia, de desilusión, aquella persona que había tocado a su puerta, ahora, quién sabe dónde estaría.
—Toma… —susurró entre sollozos, refregándose los ojos. —Toma, quiero abrazarte —se dijo así mismo, sin ganas de levantarse del piso.
Sus ojos, un mar de lágrimas,  su cuerpo que comenzaba a tiritar de frío debido al viento que comenzaba a golpear su cuerpo con brusquedad. Su cabeza se irguió abriendo sus ojos grandes como plato, al sentir un calor que contrarrestaba aquel frío corporal.
—Shh… —una voz le susurró mientras lo abrazaba por detrás a la altura de su pecho. —No te des vuelta. —Tegoshi reconoció esa voz. No podía creer lo que escuchaba. Asintió con su cabeza, acariciando  esos brazos tan conocidos por sus manos.
—Te extraño…
—Lo sé, no puedo estar mucho tiempo acá —besó delicadamente su cuello.
—Tu perfume…
—El mismo que te gusta —Yuya sonrió apenas, imposible que esa sonrisa sea vista por alguien.
—Tu calor, también lo extraño….
—Tiempo por favor, también es difícil para mí….
—Quiero verte —atinó a girar apenas su cabeza, pero aquella persona que permanecía detrás suyo se lo impidió.
—Tengo cicatrices que no quiero que veas aún —suspiró volviendo a depositar un cálido beso, pero esta vez, en su nuca.
—Yo también tengo cicatrices —respiró hondo, haciendo que sus lágrimas dejaran de caer. —Te amo… —murmuró, viendo como aquellos brazos que envolvían su cuerpo, lentamente desparecían de su vista. — ¿Dónde vas? ¿Dónde estás?
—Estoy más cerca de lo que piensas, aunque no me puedas ver, cada día de mi vida te cuido como si fuera el último —rió apenas. —Por favor, seguí así tal cual lo haces, pronto vamos a estar juntos… Y sobre todo, no te olvides lo mucho que te amo.
—Yo más, Toma.
—Extrañaba oír tu voz.
Un silencio inundó a su alrededor, percatándose que sólo estaban él y el viento. Suspiró levantándose como pudo acariciando sus brazos, recordando esos segundos tan gloriosos para sí. Volvió a la realidad, entrando a su departamento, escuchó pasos que provenían del baño.
— ¡Massu! —murmuró, corriendo hacia la cocina para prepararle la pizza mientras aquel papel, aquella nota que quería apreciarla por siempre, la rompía en mil pedazos para luego tirarla en el cesto de la basura. Lo que menos quería es que su compañero de cuarto, notara eso, si lo veía se daría cuenta de todo.
Rápidamente llegó a la habitación riendo, fingiendo como cada día lo hacía.
— ¿Encargaste pizza? —lo miró, manteniendo el plato sobre sus manos.
—Ah… me olvidé de decirte —rió, abalanzándose sobre la comida. —Esshtaa ricaaa… —dijo con la voz llena de pizza.
—Maleducado, no se habla con la boca llena —rió risueño tirándose sobre la cama mientras tomaba su celular que permanecía sobre la mesita de luz, de su lado.
— ¿Quieres?
—No gracias, tomé un vaso de agua y me llené —le sonrió, jugando con su celular. —Deberías descansar vos también —vio como Masuda salía del cuarto para ir a la cocina.
—Termino esto y voy a dormir —sentenció, provocando una leve sonrisa en el rostro del rubio.
Dejó su celular después de borrar el mensaje que había enviado, apagó la luz que iluminaba todo su cuarto y se dignó a cerrar los ojos, recordando no las imágenes, pero si aquellas palabras con ese tono de voz que tanto amaba. Un ruido impactó sobre el cielo nocturno, logrando que al poco tiempo lloviera, recordó también aquella vez en que se besaron por primera vez, como novios, bajo la lluvia.
Al día siguiente sería un día más sin Toma pero, un día más cerca a volver junto a él.

— ¡Te lo dije! —dijo gritando el hombre de Osaka haciendo que el ex líder se sobresaltara. Estaba entre dormido sobre el sillón con sus lentes de sol puestos.
—Perdón, pero no daba más de sueño. —respondió avergonzado. —Prometo hacer el desayuno mañana con tal de que me perdones.
—No me refiero a eso
— ¿Entonces?
—Recibí un mensaje de Tegonyan, estuvo con Ikuta aunque no se dejó ver —suspiró, cerrando su celular.
—El problema… ¿cuál sería?
—El mismo por el cual Ikuta no aparece —lo miró. —Massu, si Massu se entera de eso…
—No se enteró, sino ya hubiera corrido sangre.
Ryo negó con su cabeza.
—Es más complicado de lo que piensas Yamapi —jugó nervioso con sus manos. —Tengo el presentimiento que Massu sabe sobre la existencia de Ikuta.
— ¿Por qué piensas eso?
—Por varias cosas, una de ellas… —respiró hondo, buscando entre sus cajones una tarjeta. —Por esto que recibí hace dos días.
Pi se sentó adecuadamente sobre el sillón y tomó la tarjeta entre sus dedos índice y pulgar de ambas manos.
—“Cuiden a mi principito, ahora, debo procurar que Masuda no lo siga lastimando” —leyó detenidamente cada una de las palabras. — ¿Qué tiene? Esto lo escribió Ikuta.
—Error —respondió el morocho, sentándose a su lado para luego tomar la tarjeta entre sus manos y marcarle los errores. —Primero, Principito está con minúscula, Ikuta nunca lo escribió así.
—Puede ser un error cuando lo escribió.
—Lo mismo pensé, pero después si te fijas dice “Masuda” y Toma, nunca le dice así. Desde que empezó a salir con Tegonyan éste le prohibió que le dijera así porque sonaba muy frío y reacio hacia su compañero de grupo, digamos que así se notaban más sus celos —rió, volviendo luego a concentrarse en la escritura. —Sumando que Toma aclaró que siempre él, estaría cuidándolo, al menos a mí me lo dijo, que sólo nos encarguemos de lo que a cada uno nos corresponde y por último…
— ¿Último? —Yamashita lo miró impactado por su respuesta.
El hombre de Osaka volteó la tarjeta mostrando una leve marca en la parte inferior de la misma.
—Aceite… —murmuró, formando una sonrisa en su rostro llena de victoria.
—Muchos doramas de investigaciones te afectaron —siguió observando sorprendido.
—Algo aprendí al menos, tengo que hablar urgente con Toma sobre esto.


1 comentario:

Miki dijo...

NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO~ NO ME LO PODÉS DEJAR ASÍ Dx
Yo sabía que era un shanshis del demonio xD
¿Cabe destacar lo mal que me sentí junto con Tego cuando apareció Toma? ;_; *llora*

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