jueves, 7 de octubre de 2010

Diario de Aya - Parte II [2/6] : "SOPORTANDO LA ENFERMEDAD (15 AÑOS)."


Arrepentimiento

La única planta que cosechamos en el Instituto Seiryou es el cítrico chino*. Cuando he ido a limpiar las hierbas que rodean esos árboles, los chicos se han reído de mi forma de andar.
“¿Qué forma de andar es ésa? Pareces una niña de guardería”. “Ja, ja, te pones nerviosa, patizamba”.
Se han reído diciendo y haciendo todo lo posible por enfadarme. Por supuesto, yo les he ignorado. Antes de enfrentarme a ellos, preferiría que el agua del océano desapareciera. Pero ha sido muy difícil no ponerme a llorar. Afortunadamente, he sido capaz de aguantar las lágrimas…

Hoy me ha ocurrido algo muy frustrante. En Educación Física, me he cambiado y he salido fuera. El profesor nos ha dicho, “Hoy haremos una marcha de un kilómetro. Después practicaremos pases de baloncesto”. Mi
corazón ha latido con fuerza. Correr, pases… Yo no puedo hacer eso.
“Kitou, ¿qué vas a hacer?”. He bajado la cabeza y el profesor ha continuado…
“Bueno, puedes ponerte a estudiar con O-san”. (O-san se había olvidado de la ropa para hacer deporte).
Después, inmediatamente mis compañeras de clase han dicho… “¡Ah! Clase de estudio. ¡Qué suerte!”
Yo hervía de ira. “Si tanto queréis estudiar, yo os cedo mi puesto. Aunque solo fuera un día, me gustaría intercambiar mi cuerpo por el vuestro. Entonces quizá entenderíais lo que siente una persona que no puede hacer lo que quiere hacer”.
Cada vez que camino, en cada paso que doy, noto la inestabilidad de mi cuerpo. Me siento débil, humillada y miserable por no ser capaz de hacer algo que todos los demás pueden hacer. ¿Es algo que no se puede entender si no se experimenta? Aunque no podáis entender lo que siente otra persona, quiero que al menos intentéis poneros en mi lugar. Supongo que eso es difícil de hacer. Incluso yo solo me he dado cuenta una vez que me ha pasado.



Fiebre

Creo que me he resfriado. Tengo fiebre pero me siento bien y tengo apetito. Aunque ya no confío en mi cuerpo. Quiero un termómetro (el nuestro lo rompí). Quiero ver mi salud en números. Se lo pediré a mi padre. Aya se pone enferma muy a menudo. Gasta el doble de dinero que sus hermanos. Cuando sea adulta, cuando sea más fuerte, os permitiré que tengáis una vida más fácil. Cuidaré de vosotros como vosotros estáis cuidando de mí. Cuando me voy a dormir pienso en muchas cosas. Por ejemplo, en las cosas de las que habla mi profesor de historia. Que la gente se ría de mí es una buena experiencia porque  me ayuda a convertirme en una persona más fuerte. Los deberes del colegio puedo hacerlos fácilmente si estudio un poco todos los días. No es demasiado tarde si empiezo ahora. Voy a esforzarme mucho. Pero, por otro lado, mi mala salud me tiene muy preocupada. “No llores, llorona”.
Los momentos más difíciles de la vida de una persona se dan cuando está creciendo. Si puedo superar esto, un mañana maravilloso me estará esperando. Una mañana tranquila, llena de luz, con pájaros cantando y el olor de las rosas blancas…
Me pregunto dónde está la felicidad. Me pregunto qué es la felicidad. “Aya, ¿eres feliz ahora mismo?”.
“Claro que no. Estoy hundida en el pozo de la tristeza. Es tan difícil. Mental y físicamente…”.
Lo cierto es que estoy a un paso de convertirme en una rara. Porque el cuervo que estaba llorando ya se está riendo.

*El cítrico en cuestión es una especie de mandarina.

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